Desde la antigüedad, el hombre siente fascinación por los animales que más se le parecen.
Los egipcios veneraban a los papiones, tal y como se demuestra en las representaciones de los mismos en numerosos monumentos, así como los cuerpos cuidadosamente embalsamados de algunos de estos primates.
Aristóteles diferenció entre monos con cola y los que carecían de ella, describiéndolos bajo cinco nombres distintos y haciendo hincapié en su parecido con el hombre.
En la mitología griega y romana, a los monos del Viejo Mundo se les consideraba caricaturas grotescas del hombre, seres con la pretensión de llegar a la categoría humana o símbolos de fealdad.
Los macacos de China y de Japón han sido, durante siglos, sujetos favoritos de los artistas para sus pinturas y esculturas de marfil. En éstas, nunca se les muestra como criaturas ridiculizadas, atemorizadas o despreciadas, como suele ocurrir en el arte occidental.
Los orangutanes reciben su nombre malayo de “hombre de los bosques” debido a la creencia, antiguamente extendida, de que eran una variedad de hombres con más pelo que, incluso podían hablar pero no querían hacerlo.
En algunas islas en las que habitaban Tarseros, los nativos los consideraban criaturas fantasmales y nunca se referían a ellos por miedo a las posibles represalias.
Durante la Edad Media y el Renacimiento en Europa occidental, se utilizaban en el folclore, arte y literatura, monos africanos y asiáticos como representantes de la vanidad, la lujuria y otras detestables características.
A lo largo de muchos siglos, monos entrenados para mantenerse en pie y vestidos con ropas humanas, fueron el pasatiempo favorito de las diversas Cortes, así como del pueblo.
Antiguos exploradores y marinos han narrado encuentros referidos a los diversos antropoides, que pueden haber sido el origen de extendidas creencias acerca de la existencia de faunos, sátiros y otros entes fabulosos parecidos al hombre. La más conocida de estas historias es la del almirante cartaginés Hanón en el siglo V a. de C., al volver de la costa occidental de África. Aportó pruebas tangibles a la creencia popular en seres cuya apariencia estaba a medio camino entre el hombre y el animal.
La aproximación más racional a la comprensión de la verdadera naturaleza de los primates no humanos, tuvo su inicio de una manera vaga en el siglo II de nuestra era con el famoso médico griego Galeno. Éste, utilizó al macaco africano de cola corta para sus investigaciones anatómicas, ya que, consideró el cuerpo del mono tan exactamente igual al del hombre, que éste podría sustituir al inaccesible cadáver humano para su estudio. Esta creencia se mantuvo hasta el siglo XVI, cuando el anatomista Vesalio estimuló un más amplio estudio de las diferencias físicas entre el hombre y los monos.
Bajo la influencia de Vesalio, el cirujano inglés Tysson, acometió la primera disección de un chimpancé, entonces llamado orangután. Posteriormente publicó un tratado cuya conclusión principal fue la clara diferenciación entre Simios o Monos y Hombres; al contrario de lo que, antiguamente, se pretendía. Este tratado fue muy útil para preparar al mundo de los estudiosos para la recepción de la idea de evolución en general y de la del hombre en particular.
Hasta mediados del siglo XVIII no se hizo un intento serio en la clasificación de los animales. Este trabajo fue llevado a cabo por el brillante botánico sueco Linné, que introdujo la nomenclatura binomial en su famoso catálogo Systema Naturae, que constituyó el punto de partida de la moderna clasificación. Éste empezaba con un primer orden llamado Primates o animales primarios, con el hombre en primer lugar. Linné definió los Primates como poseedores de 4 dientes superiores paralelos, 2 glándulas mamarias en el pecho, extremidades superiores terminadas en manos y clavículas completamente formadas. Subdividió este orden en 4 géneros: Homo (incluía la especie sapiens), Simia (incluía todos los monos y simios del Viejo y Nuevo Mundos conocidos hasta entonces), Lemur y Vespertilio. El hecho de incluir al Homo sapiens en el mismo orden que los monos, fue una ofensa para la dignidad del hombre, por lo que se propusieron nuevas clasificaciones: en 1775 el zoólogo alemán Schreber fue el primero en hacer notar la singularidad física del hombre por el hecho de tener sólo 2 manos en lugar de 4. El zoólogo francés Cuvier aceptó dicha clasificación, de gran influencia hasta finales del siglo pasado.
El eminente anatomista Richard Owen, coetáneo y compatriota de Darwin, declaró su fimre creencia en la singularidad del género humano, asignando al hombre, en 1868, no sólo un orden separado sino una subclase especial del Reino Animal, los Arquencéfalos o poseedores de cerebros superiores.
Con mucho, el mayor y más productivo impulso para el estudio de los primates llegó con la publicación del trascendental trabajo de Darwin acerca de la evolución, y particularmente con el trabajo de Thomas Huxley en 1863 titulado Evidence as to man´s place in nature; la mera clasificación de acuerdo con las semejanzas, ganó significado por la implicación de orígenes comunes, mientras que los caracteres distintivos podrían explicarse como adaptaciones conseguidas a través de la selección.
La teoría de la evolución prosperó en Alemania gracias a Haeckel, y particularmente, con el anatomista Gegenbaur, aunque seguía habiendo mucha controversia.
Posteriormente se han seguido descubriendo nuevos tipos de primates; en 1925 se encontró en África del sur el cráneo de un joven primate que recibió el nombre de Australopithecus (mono austral), cuyos restos no fueron considerados como directamente relacionados con el hombre, hasta que se hallaron nuevos restos pertenecientes al mismo género que no dejaron lugar a dudas respecto a la verdadera naturaleza de este gran descubrimiento.
Con el avance de métodos exactos para investigar el número y aspecto detallado de los cromosomas, así como el conocimiento de las características bioquímicas de la sangre, se han podido determinar las relaciones genéticas entre los primates vivientes y la posición del hombre entre ellos.
En pocos otros campos científicos se ha suscitado un interés tan súbito y de tan amplias perspectivas como en la investigación moderna acerca del comportamiento de los Primates en general y de sus relaciones sociales en particular. Empezó con R. Yerkes en Florida, Solly Zuckerman con su brillante estudio de la vida social de los Primates y R. Carpenter con trabajos ejemplares acerca de los monos aulladores y gibones salvajes en particular.
En vista del hecho de que el hombre es el único primate capaz de hablar, los medios de comunicación de los monos, especialmente los vocales, han despertado un interés muy destacado durante bastante tiempo y continúa desafiando a los investigadores.
miércoles, 27 de mayo de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Welcome Bonus: Play Free Slot Machines - JTG Hub
Join JTG's 포항 출장마사지 casino now and 익산 출장마사지 get a fantastic welcome bonus of 동두천 출장안마 just $25! Get a $50 파주 출장안마 Welcome Bonus at 인천광역 출장마사지 JTG's online slot machine game.
Publicar un comentario